La oculoplastia, o cirugía oculoplástica, incluye una amplia variedad de procedimientos quirúrgicos que se ocupan de la órbita, los párpados, los conductos lagrimales y la cara. También se ocupa de la reconstrucción del ojo y las estructuras asociadas.
La blefaroplastia es un tipo de cirugía que se realiza para reparar los párpados caídos y puede consistir en la eliminación de exceso de piel, músculo y grasa. A medida que envejeces, los párpados se estiran y los músculos que los sostienen se debilitan.
Esta malposición de los párpados, que a su vez puede generar lesiones corneales (abrasiones y úlceras porque la córnea queda más expuesta de lo habitual) e, incluso infecciones que pueden llegar a ser crónicas (conjuntivitis), suele asociarse al envejecimiento de los tejidos, que se debilitan y pierden tensión.
Las lágrimas deben drenar para que no se acumulen en la superficie del ojo y caigan por la cara. Cuando un conducto lagrimal está obstruido (y no drena bien), las lágrimas se acumulan, y el ojo lagrimea.
Los traumatismos faciales, en especial cuando se producen fracturas que comprometen la órbita, se relaciona en gran medida con daños de las estructuras blandas oculares y perioculares que pueden ser irreversibles.
Los tumores palpebrales son aquellos que aparecen en los párpados en forma de lesiones, granitos o bultitos que no suelen producir síntomas y en ocasiones pican, escuecen o incluso sangran y pueden formar costras.
La principal indicación del uso de toxina botulínica es la presencia de arrugas en el rostro, como lo son las arrugas frontales, periorbitarias, nasales y periorales. Igualmente está indicado su uso en las bandas platismales en el cuello.
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